Reseña Los muertos no mueren


Todos somos susceptibles a ciertos métodos de manipulación consumista. En muchas ocasiones consumimos cine de manera demasiado aleatoria y en otros decidimos ver y pagar por algo con la única excusa de que aparece cierto actor o actriz en dicha película, sin importar de que hable el filme o si sea un género del cual seamos meramente partidarios. Basándonos en este peculiar detalle las grandes productoras llegan a hacer filmes donde involucran a bastantes actores famosos como un enganche con el público. Es el movimiento publicitario más antiguo y funcional del mundo del cine. Pero lamentablemente pasan dos cosas cuando ocurren este tipo de cosas, la película resulta en una buena cinta con cierto nivel de calidad o es una total decepción.  Bueno hoy mis queridos moradores de la noche el viejo Dullahan les quiere hablar de una película que hizo mucho ruido durante su producción y que finalmente llega a salas de cine fuera de Estados Unidos, hoy hablaremos de Los muertos no mueren.


El cine independiente siempre es un arma de doble filo. Encontramos pequeñas joyas que no todo mundo tiene la facilidad de acceder por que no tienen una corrida comercial decente o simplemente no se les hace la publicidad adecuada para que si quiera nos enteremos de su existencia en sus momentos de estreno. Jim Jarmush es uno de esos directores que en cada una de sus películas entrega una esencia diferente y tiende a ser muy crítico a la vez que gusta de jugar con la paciencia del espectador. Un ejemplo claro es su cinta Coffee and Cigarettes donde estamos por dos horas viendo una serie de conversaciones entre distintos personajes sin una trama aparente, simplemente el descubrir cómo la gente puede hablar de cosas tan diversas en un lugar de reunión en común. Por este tipo de contenido fue curioso que Jarmush anunciara que buscaba abordar el género zombi con un elenco repleto de compañeros actores con los cuales había trabajado en el pasado y unos cuantos nuevos. Pero cuando finalmente tuvimos el producto nos encontramos con algo diferente pero no precisamente de la buena forma.

Los muertos no mueren nos cuenta la anécdota de un grupo de personajes de la pequeña localidad de Centerville, donde empiezan a ocurrir fenómenos extraños. El fraking (extraer gas natural taladrando la tierra) ha provocado que los polos de la tierra se desbalancean cambiando la rotación de la misma y a raíz de esto, los muertos vuelven a la vida.

La premisa desde el minuto 1 se siente sin sentido, si bien no es realmente el fuerte de cine de zombis el dar una explicación tan lógica, el hecho de que el simple des balance rotatorio de la tierra provoque el resurgir de los muertos se siente un tanto conveniente y es que precisamente así es como puede uno ir describiendo los acontecimientos de la cinta “Convenientes”. Nunca se nos da una explicación real de lo que va pasando, muchas cosas ocurren solo por ocurrir y rompen la lógica del mismo filme y esto solo causa que uno se sienta confundido e incluso que nos están tomando el pelo. Pero, la cinta de Jarmush lleva como objetivo el que siempre han tenido las cintas de zombis desde que el difunto George Romero lanzara su Night of the living Dead.

Antes de entrar con cualquier otra cosa quisiera hablar de ese mismo detalle. El tema, el punto que explota la película mientras se disfraza de una extraña cinta de muertos vivientes. El filme de Jim Jarmush nos presenta una película donde los zombis se levantan pero en lugar de tener hambre de cerebros y viseras, esto lo ven como un método para abrirse paso y obtener lo que realmente les causa el hambre. Tienen deseos de café, de dulces, de alcohol, de teléfonos para acceder a internet y sobre todo, anhelos de música. Prácticamente nos presentan una crítica social a la dependencia y la manera en que nosotros aceptamos esto. Todos vivimos a partir de rutinas diarias que nos hacen sentir en un ciclo interminable. El clásico, despertar y tomar café para soportar una jornada laboral, trabajar y retornar a casa solo para sentarnos a ver televisión, navegar en internet o simplemente dejarnos llevar por un vicio, para repetir todo al día siguiente. Y este mensaje queda más claro con la constante canción que tiende a aparecer en las estaciones que sintonizan las radios en la película. Llevando el mismo título de la película, la canción de Sturgill Simpson nos funge como un mensaje subliminal que termina siendo el reflejo de todo lo que vemos en pantalla. Somos muertos en vida que rara vez levantamos la cabeza para ver más allá de nuestras pantallas y consumimos café como locos para soportar las inclemencias de una vida laboral cada vez más pesada y de la cual solo aceptamos todo sin queja alguna.


El manejo de los personajes es interesante. Pasando por un ermitaño que resulta ser el único hombre culto del pueblo por alejarse de todo lo tecnológico y rutinario. El grupo de adolescentes que son reflejados como la generación perdida, aquella que solo esta y existe para el consumismo y que no han logrado nada realmente. La juventud milenial pérdida por las limitantes de otra que simplemente se enfocó en joder todo e incluso nos hizo creer que el mantenerse en un margen en lugar de causar cambios era bueno.

Si bien, es interesante el tema, no es algo fresco ni original. Otras cintas del género han trabajado el tema del consumismo compulsivo y las adicciones a las redes, un ejemplo pueden ser El amanecer de los muertos de George Romero y Cell de Stephen King. Pero es cierto que la manera en la que buscan relatarnos esta crítica social se siente diferente, lamentablemente ese tono diferente es la que termina matándola un poco.


El guion de la película es simplemente un desastre. Se sacrifica la narrativa para trabajar conversaciones comunes y algunas direcciones de cámara bien logradas. Lamentablemente eso no basta para sostener una cinta de 2 horas. Empezando por el ritmo, este es nulo. La película camina a un paso demasiado lento, tanto que al paso de la primera hora aun no pasa nada meramente relevante que nos haga prestar un poco la atención. El cambio de caminos entre personajes es brusco y lamentablemente es difícil conectar con ellos por la poca información que nos entregan. No conocemos nunca al grupo de Milenials que llegan a Centerville más allá de su gusto musical y por las bebidas energéticas. Nunca conocemos a las chicas de la cafetería ni al friki de la tienda de abarrotes. La falta de profundidad en sus personajes los vuelve irrelevantes para uno como exportador y por ende nos hace perder el interés. 

Las actuaciones son decentes dentro del tipo de juego que tratan de manejar. Uno casi paródico al estilo de Shawn of the dead, pero lamentablemente sin el encanto que la producción inglesa tenia. Tenemos a un elenco increíble que consta de Adam Drive, Bill Murray, Steve Buscemi, Tilda Swinton, Danny Glover, Selena Gomez, Tom Wats y un cameo de Iggy Pop. Lamentablemente este elenco queda totalmente desaprovechado.


Algunos de ellos inclusive solo tienen un tiempo de 5 minutos en pantalla al contar todas sus escenas. Tilda Swinton tiene un personaje con potencial pero que nunca tiene una esencia propia. Si, la actuación de la actriz trata de darle vida, pero la mala escritura y las incongruencias con su historia individual hacen imposible una empatía o cualquier emoción referente a su personaje. Los únicos que logran algo a pesar del nulo desarrollo de personajes son Bill Murray y Adam Drive que a pesar de todo, logran hacer llevadera por momentos la cinta por la química que tienen entre ellos.

Los efectos especiales y maquillaje son algo disparejos. En ocasiones nos encontramos con un trabajo cuidado y que luce bien en pantalla como lo pueden ser las escenas de desbordamiento humano, pero en otras como el efecto que causa matar a los zombis o cierto plot Twist casi al final de la cinta resultan sumamente feos a la vida. Incluso pareciera que se burlan con escenas donde alguien sonría y salen polvo de hadas tras de ella para resaltar el encanto femenino, pero más que sentirse como una sátira, una comedia bien estructura, nos recuerda más a esos comediantes novatos que suben por primera vez a un escenario y se paralizan por completo ante los ojos expectantes del público.

La película es de cierto modo un producto irónico. Se queja de lo monótono de la vida de las personas que han desarrollado rutinas, pero lamentablemente por la falta de ritmo y la nula narrativa que no va más allá de diálogos vacíos (aunque de vez en cuando salen unos bastante buenos que te dejan pensando) y de un humor extraño que llegando a su tercer acto intenta volverse meta referencial y llega a romper la 4 pared haciéndonos saber que todo esto es una farsa. Se siente demasiado forzado el tomar estas medidas para tratar de crear un impacto en la recta final.

Ya para finalizar solo me queda decir que la película tiene cierto potencial e incluso podría salvarse por algunos pequeños detalles de su crítica y el carisma de sus 2 protagonistas, pero por desgracia, todo lo que logra a duras penas el filme se viene abajo con un final anti climático, ridículo y desgraciadamente decepcionante. 


Al final del día Los muertos no mueren es una película con potencial y que tiene unas buenas ideas para hacer criticas al consumismo y la perdida de impacto de una generación y como la siguiente es la única que puede hacer algo al respecto. Por desgracia su humor sin sentido, la cantidad de juegos de ruptura de cuarta pared y humor meta del tercer acto y la falta de un ritmo general en la película hacen que esta historia de zombis sea un tanto insufrible de explorar. Yo le doy un 3.5 Tal vez con un mejor guion y una visión diferente de como implementar humor o desarrollar a sus propios personajes esta seria una cinta del genero admirable por su basto elenco de estrellas.

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