Reseña Klaus (Netflix)


Las cintas navideñas fueron por mucho tiempo uno de esos pequeños productos que juntaban a las personas y nos hacían tener un pequeño sentimiento especial en familia. Existen bastos clásicos navideños, pero lamentablemente en la última década se han reducido considerablemente estas producciones y cuando alguna sale a la luz normalmente no son muy buenas. Hace un año Netflix lanzo Las crónicas de navidad y logro volver a traer una cinta encantadora en lugar de una comedia fofa y redundante. Este año y con un mes de anticipación la plataforma de la gran N vuelve a lanzar un producto navideño con la intención de darnos una historia que vale la pena explorar. Hola mis queridos seguidores, el viejo Dullahan cuelga las luces de navidad en la guarida pues hoy vamos hablar de Klaus.

Todos tenemos una película que nos hace sentir que la navidad se acerca. Desde las más clásicas como el corto animado y la versión Live Action de El Grinch, pasando por la primera y memorable Santa Clausula, etc. Pero desde hace mucho tiempo las cintas navideñas pareciera que se reducen gradualmente o solo son un pretexto para hacer comedia barata y meter celebridades de la WWE y otros medios para llamar la atención. Personalmente extraño los viejos tiempos en los que cualquier cinta navideña te dejaba una sensación agradable y te animaba cuando las fechas estaban siendo un tanto difíciles. Vi Klaus por dos razones. La primera fue porque la animación que mostraban era algo distinto al (a mi parecer personal) estilo común de animación 3D. La segunda, siempre es bueno ver una reinvención del origen de Santa Claus.

Klaus se puede definir con la frase recurrente dentro del filme: Un simple acto de cariño impulsa otro acto de cariño. La historia nos presenta a Jesper, un cartero encomendado al pequeño pueblito de Smeerensburg bajo la misión de servir y ayudar a la correspondencia de la localidad hasta conseguir 6000 cartas enviadas. En el proceso de este frió y poco amigable lugar Jesper se hace amigo de un creador de juguetes. Pronto Jesper y este misterioso juguetero crearan una leyenda entre los niños que traerá un cambio al pueblo y sus habitantes, pero sobre todo, ara nacer una bella tradición.

Klaus es un producto desde el principio que no busca sobresalir por una historia compleja ni mucho menos por ser un éxito arrollador. Solo busca contar una historia de la mejor forma posible con su toque personal, y esto es lo que hace que Klaus se sienta como un producto con mucha más fuerza y corazón de lo que podría aparentar en sus promocionales. La cinta es dirigida por un director novato pero un conocido de la animación Sergio Pablos (El cual ha trabajado con Disney en diseño de personajes para varias cintas como El jorobado de Notre Dame y animador líder de algunos personajes en El planeta del tesoro) y es una producción española/ inglesa.

Creo que lo que más resalta de esta cinta a simple vista es su estilo visual el cual resulta encantador y refrescante para una saturación de historias navideñas en CGI. Klaus se siente distinta y se ve de igual forma, por momentos pareciera que estamos experimentando un viejo cuento ilustrado cobrar vida y da una sensación encantadora con ello. Los diseños de los personajes, los escenarios y sobre todo la increíble fluidez de esta nos demuestran que está al nivel de cualquier gran producción lanzada a cines. Un sello personal, es la mejor forma con la que puedo describir su estilo visual.

En cuanto a la escritura de personajes debo decir que en gran medida se logra un trabajo estupendo. Desde un Jesper presuntuoso y poco empático que va moldeándose conforme avanza la historia, los mismos ciudadanos de la localidad de Smeerensburg o hasta el mismísimo creador de juguetes que sin muchas palabras logra expresar demasiado. Cada personaje se siente con identidad y aportan en pequeña o gran medida a la trama dependiendo de su función. No nos encontramos a personajes vacíos o simplemente metidos para comedia absurda y eso se agradece bastante. Sus personajes en grandes rasgos son posiblemente el punto más fuerte del filme.


El guion tiene un buen ritmo causando que los tres actos que lo conforman se sientan balanceados. El progreso narrativo no se ve frenado por ridículas e innecesarias secuencias de comedia barata al tener la carencia de un apoyo cómico como se han acostumbrado últimamente las historias de grandes productoras (todos recordamos al molesto Olaf de cierta película de Disney). Klaus maneja una narrativa relajada que sube y baja en sus debidos tiempos y maneja un humor simple para los más pequeños pero que resulta en bastantes ocasiones inteligente para los adultos.

La banda sonora es estupenda, da ese sentimiento de una fantasía de cuento a la vez que brinda de vida lugares que están en un estado constante de grises debido a ciertas cosas que deberán descubrir por su propia cuenta. El acompañamiento musical es encantador y febril, las composiciones de Alfonso G. Aguilar tienen un toque mágico. Igualmente la canción de Sara Larzon que aparece durante un tramo se siente como un pequeño extra que se adhiere bien a la cinta en lugar de estar incluida únicamente por tener un tema recurrente para el público
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La historia aunque ya podría contarse dentro del apartado mencionado del guion y su estructura, es realmente uno de los atractivos mayores. Tal vez no parezca nada fuera de lo convencional en cintas navideñas, pero la manera en la que ocurren las cosas la hacen que prestemos atención. Algo que se disfruta mucho es que la trama no resulta predecible a gran medida, aunque algunas cosas pueden dar indicios desde poco más de los primeros 30 minutos de película, hay giros que resultan genuinamente inesperados y hacen que el final tenga un mayor peso emocional.

Si tuviera que mencionar algo negativo solo podría decir que algunas cosas pudieron ser un poco más explotadas, como ciertos personajes secundarios que fungen como una amenaza parcial, las interacciones entre algunos personajes que podían tener un mayor potencial o incluso el saber más de ciertos pobladores de la zona alejados al pueblo. La falta de esto no arruina el producto, pero si tenían un potencial latente para servir. La duración de 97 es buena para una cinta animada con el único propósito de unir y divertir a la familia, pero 10 minutos de más hubieran sido bien recibidos en todo caso. Igualmente el doblaje al español latino se siente desangelado por privar al personaje principal de un actor de doblaje competente para entregarlo a un artista de la música reggaeton que lamentablemente no logra estar al nivel de sus compañeros ni tampoco puede controlar el acento de su tierra natal (Colombia) causando que la magia se rompa en varias ocasiones. Este es uno de esos productos que deben ser visto solamente en ingles, pues aunque el resto del elenco lo hace bien, el protagonista termina matando mucho el encanto de las voces al sonar tan dispar.


Al final del día, Klaus es un encantador cuento de navidad animado que automáticamente se convierte en un clásico decembrino. Sus personajes, su hermosa música y su animación fluida y diferente a lo que actualmente se entrega en el mercado como si se tratara de una fabricación en masa, hacen que la cinta se sienta con mucho corazón y un sello distintivo que encantara a chicos y grandes por igual. Mi calificación es un 10 concreto. Es un producto que en verdad merece ser visto y escuchado. Después de todo el gran mensaje que nos deja esta producción es que “Un simple acto de cariño impulsa otro acto de cariño”.

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