Reseña: Había una vez en Hollywood
Pocos directores logran crear una expectativa considerable escuchando únicamente que es una cinta hecha por dicho director y sin mostrar nada de su material. Quentin Tarantino es uno de ellos y es fácil de comprender el por qué. A pesar de que una de sus grandes cintas (Kill Bill Vol.1) fue severamente criticada en su momento por considerarse un fusil enorme de diversas escenas memorables de cintas famosas más que un homenaje al cine que Tarantino amo durante su formación, sus películas resultan en peculiares experimentos que han cambiado en ciertos modos la manera de hacer una película. Pulp Fiction, Perros de reserva, etc. Todas resultan ser un buen exponente de un estilo único y que se siente renovado cada vez que aparece un nuevo proyecto. Bienvenidos mis queridos trotamundos de la noche, hoy hablaremos del más reciente filme de Quentin Tarantino. Hablaremos de “Había una vez en Hollywood”
Había una vez en
Hollywood es una cinta que maneja muchas cosas dentro de su argumento pero que
a la vez nos hace sentir que estamos ante la presencia de una anécdota convencional
donde no hay mucho más que una historia de un hombre y sus problemas de la vida cotidiana dentro de la profesión que ejerce. La cinta
juega mucho con el modo narrativo pero siempre expone y nos entrega más y más
hasta que nos damos cuenta de que nos ha relatado más de lo que imaginamos y
para ese entonces estamos en un punto de no retorno en el filme.
La nueva cinta de
Tarantino resulta difícil de analizar, no porque sea una cinta hueca o que no
contenga mucho que no hayamos visto antes en otros productos como lo son las
cintas dramáticas con humor negro. La película aborda demasiados temas y a
pesar de que esto podría ser el causante de una inevitable sobre saturación en
su narrativa y ejecución, la película se las arregla para hacer sentir todo de
una manera orgánica. La época elegida para presentarnos esta historia es
posiblemente una de las más complicadas para el cine, ya que implica la lenta
muerte del Western como la cúspide de los géneros fílmicos, el ascenso de
grandes del medio y a su vez, el cambio de culturas ante una temida guerra de
Vietnam.
El filme nos presenta a
un actor venido a menos llamado Rick Dalton y su doble, chofer, motivador y
mejor amigo Cliff Booth. A su vez nos presentan la historia de una actriz que
va en ascenso llamada Sharon Tate la cual se ha mudado a la casa junto a la de
Rick en compañía de su esposo, un importante director de Hollywood. De esta
forma iremos viendo una trama que nos lleva por la vida diaria de cada uno de
estos personajes, nos presenta lo difícil que es ser un actor relevante en un
medio tan caprichoso como lo es el espectáculo y el como el ascenso y descenso
de las estrellas puede llevar mucho más que suerte o talento.
Comenzare mencionando que
su elenco es una de esas combinaciones que pueden atraer a cualquier, conozcamos
el cine o no de Tarantino. Bratt Pitt, Leonardo DiCaprio, Margot Robbie, Al
Pacino y Dakota Fanning son algunos de los que resuenan dentro de sus posters y
avances promocionales. Cada uno de los actores logran entregarnos personajes
fuertes e interesantes, independientemente de cuánto tiempo aparezcan en
pantalla en comparación de nuestros protagonistas, las actuaciones se sienten
en un nivel alto. Bratt Pitt logra darnos un personaje carismático y encantador
que tiene una química perfecta, creíble para generar una amistad y devoción
laboral entre los dos protagonistas. Pero quien lleva el peso más duro en la
cinta en DiCaprio, cargando con el protagónico y a la vez con la difícil tarea
de tener que reflejar el conflicto que pocas veces se nos permite ver de la
vida glamurosa de Hollywood.
La desesperación y el
temor de dejar de ser relevante tras una racha considerable de tiempo dentro de
la televisión y alguna que otra cinta para la pantalla grande. Esto me lleva al
segundo punto a tratar. La crítica abordada a partir desde dos puntos de vista,
el choque generacional de una época tan complicada como lo fue el final de los
años 60 y la perspectiva de los productores, actores y dobles de riesgo que son
nuestros personajes principales. La manera de relatar es una que se siente auto
referencial y a la vez un tanto meta narrativo al aprovechar las historias verídicas
de este mundillo pero dando un giro especial para que la realidad y la ficción se
mezcle.
Las tendencias y los cambios en el gusto del público que resulta ser a veces más déspota y despiadado que los mismos directores de los estudios que buscan la mayor ganancia posible. El choque generacional entre una generación que ha crecido viendo y disfrutando de una sobre expuesta violencia en televisión con series policíacas y de vaqueros donde el matar en cada capítulo resulta tan común como respirar y los movimientos pro paz y las comunas hippies que lentamente están infundiendo más importancia en la sociedad. Igualmente vemos a partir del personaje de Bratt Pitt como la sociedad trata a los denominados desertores ante la idea de no combatir en la guerra que se avecina y por lo tanto son tratados como basura.
Las tendencias y los cambios en el gusto del público que resulta ser a veces más déspota y despiadado que los mismos directores de los estudios que buscan la mayor ganancia posible. El choque generacional entre una generación que ha crecido viendo y disfrutando de una sobre expuesta violencia en televisión con series policíacas y de vaqueros donde el matar en cada capítulo resulta tan común como respirar y los movimientos pro paz y las comunas hippies que lentamente están infundiendo más importancia en la sociedad. Igualmente vemos a partir del personaje de Bratt Pitt como la sociedad trata a los denominados desertores ante la idea de no combatir en la guerra que se avecina y por lo tanto son tratados como basura.
Vemos el repudio al
cambio con el personaje de DiCaprio quien mira con desprecio a los trotamundos
que fomentan el amor y la paz en lugar de las armas. Es un choque cultural
brutal y desconcertante. Vemos un antes y un después dentro de la industria y
es curioso que eso lo veamos con los personajes de Rick y Shanon. Uno es la
vieja escuela, esas donde solo se necesitaba ser el Bad Cowboy para generar
renombre y respeto y que ahora no puede ser más que el segundo para estrellas
en ascenso y el otro se ve como el reflejo de los días felices de Hollywood,
uno glamuroso y despreocupado donde los jóvenes comenzaban a desplazar a los
veteranos en el entretenimiento.
El guion se siente inteligente
y a la vez un tanto específico para el público. Mucho del encanto dentro de la
trama recae en las referencias culturales del cine, que si bien puede ser
disfrutado todo lo que se nos muestra sin entenderlas, para los que lo
endentemos resulta mucho más placentero. El humor negro y el drama se balancean
de una forma correcta donde no se siente que uno de ambos tópicos se apodera más
de la película que el otro. Los diálogos se mantienen con el estilo característico
del director en todas sus películas. Son diálogos inteligentes y en ocasiones
un tanto largos, pero que nos dejan algo importante, algo sumamente relevante o
un golpe doloroso para comprender mejor a quienes estamos siguiendo. Las cosas
se sienten ocurriendo de forma creíble y no solo por la conveniencia de la
trama.
Ahora, posiblemente el
punto negativo que pude encontrar en esta cinta recae mucho en el personaje de
Margot Robbie. Si bien, actúa bien y entrega una presentación impecable, el
personaje de Sharon Tate y su reflejo del Hollywood glamoroso se sienten más
como una herramienta narrativa que un personaje relevante. Gracias a su presencia
ocurren muchas cosas dentro de las fechas que vamos experimentando con Rick y
Cliff, se nos presenta a unos personajes relevantes para el clímax y en general
tiene un peso considerable. Lamentablemente no se siente así al verla en
pantalla. Ella queda reflejada un poco como el nacimiento del cliché de la
rubia estúpida y despreocupada en lugar de alguien con un peso narrativo.
Igualmente uno de los
pequeños momentos cómicos del filme (al cual no me da miedo admitir que
disfrute a pesar de saber lo inexacto y mal abordado que fue) termina siendo
una broma de gusto muy turbio y que incluso se puede sentir como una falta de
respeto a la memoria de un actor que quedo marcado en la cultura popular como
lo fue Bruce Lee. En esta pequeña secuencia que no durara más de 5 minutos es
posiblemente donde encontramos la mayor cantidad de errores del filme. Cosas
como gente que aparece y desaparece del fondo de una toma a otra, son detalles
que no todo mundo nota pero que para un director tan meticuloso como Tarantino,
resulta meramente extraño.
Ahora, hablando un poco
de la dirección general del filme y la producción de los escenarios y
vestuarios para ambientarnos en la época, resulta en algo muy bien trabajado y
tratado con cariño. La época de 1969 cobra vida frente a nuestros ojos mientras
vemos una sociedad muy diferente y que se encuentra en conflicto ante el final
de la década. Vemos los primeros acercamientos de actores americanos al
spagetti Western Italiano (un género que Tarantino ama) y vemos el cambio de la
moda, donde los hombres empiezan a dejar salir un poco más de libertad ante los
peinados y la vestimenta y conflictual con aquellos que se forjaron tras la
dura actitud militarizada.
La fotografía es preciosa
y no existe plano alguno, sea de día o de noche en el cual no podamos ver
absolutamente todo lo que ocurre. Las tomas son limpias y amplias, nunca nos
encontramos encasillados en tomas cerradas. Lo colorido que resulta el
contraste del día y la noche en la ciudad de los Ángeles, todo resulta simplemente
esplendido. Más allá de aquella secuencia mencionada anteriormente es difícil encontrar
un error dentro de la dirección y la misma edición.
La banda sonora es una
buena selección que nos hace sentir ese cambio de generaciones e ideologías.
Comenzando con canciones tipo Mrs. Robinson para después entrar a Bring A
little Loving de Los bravos. La selección de canciones simplemente es un
perfecto reflejo del cambio de tiempos dentro de la misma música y el gusto de
la sociedad. La banda sonora por su parte es un trabajo encantador y que en más
de una ocasión te va dejar con la melodía al punto de tararearla.
Ya para finalizar solo me
queda decir que aunque la cinta tiene una duración de 2 horas con 36 minutos, el
filme resulta ser tan atrapante tras sus primeros 15 minutos que el tiempo pasa
a ser más que algo que se resienta, una especie de inversión del espectador
ante un producto que nos va mostrar el lado que tal vez nunca hubiéramos querido
conocer del mundo de los actores y la industria cinematográfica. Pero que a pesar de ello disfrutaremos.
En conclusión. Había una
vez al Hollywood es una película obligatoria para todos los amantes del cine y
los fanáticos de Quentin Tarantino. Puede que la violencia explícita está un
poco más moderada a comparación de cintas como Bastardos sin Gloria o Django
Sin cadenas, pero nos encontramos ante una crítica severa y que maneja la
violencia de maneras diversas e inteligentes para narrarnos todo. El mundo del
artista y el terror de dejar de ser relevante, el descenso de una estrella ante
sus miedos y los rumores surgidos incluso dentro de la misma gente que trabaja
entre sí con tal de apagar las oportunidades de alguien por meros celos, son
cosas que nos presenta Tarantino con su pequeño relato de alma negra. Cruda,
inteligente pero sobre todo con mucho corazón y empeño para dejar huella al
final de los créditos. Yo le doy un 9.5 y de ante mano conociendo ambas
versiones les menciono que el doblaje resulta igualmente aceptable si ustedes
sufren de algún problema que les impida ver una versión subtitulada. Ahora
partan mis preciados visitantes, nos veremos próximamente para otra reseña del
viejo Dullahan.
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