Reseña Good Omens (Miniserie)
Las comedias varían mucho
en su estilo dependiendo de varios factores culturales de su lugar de origen.
Nos encontramos con las comedias simples y repletas de un concepto en doble
sentido y humor grosero. Existen otras donde el humor es simplemente nefasto y
llega al mal gusto u el denominado “humor de inodoro”. Finalmente, existen aquellas que tienen un
estilo peculiar y que para algunos le resulta extraño por la estructura del
humor como tal. Los británicos son un excelente ejemplo de esta última, pues sus
comedias llegan a ser mucho más que simples y burdas bromas juveniles, comedias
románticas con estereotipos básicos o humor de situación. El día de hoy vamos a hablar de una miniserie
estrenada para la plataforma Amazone Prime, démosle un vistazo a Good Omens de
Neil Gaiman.
Es interesante siempre
darle un pequeño vistazo a los proyectos hechos por la BBC y aunque Amazone
Prime aun no consigue la fama que tienen otras plataformas como Hulu y Netflix
por la calidad de sus series originales, este proyecto colaborativo con la BBC
es un buen inicio para hacerte pensar en probar la plataforma. La miniserie se
encuentra basada en la novela homónima de Neil Gaiman y el difunto Terry
Pratchet. La serie sigue la línea principal de la novela contándonos un apocalipsis
muy distinto a lo que estamos acostumbrados a la vez que se cuelga de los
trópicos básicos de estas historias (La venida del anticristo para ser precisos).
La trama nos relata lo siguiente: el demonio Crowley (David Tennant) y el ángel
Aziraphale (Michael Sheen), se han acostumbrado a la vida en la tierra. Por
esto, intentarán prevenir a toda costa la llegada del Anticristo y el
Armageddon y así prevenir la batalla entre el cielo y el infierno. Pero lo que
nadie esperaba fue que el hijo del diablo estará desaparecido en alguna parte
no prevista para esta cita apocalíptica.
Como pueden ver la trama
posee un gran potencial si es traspasada de manera correcta, puesto que la
novela ha logrado ser considerada como uno de los mejores libros de 1990,
cuando fue lanzada. La miniserie cuenta con un presupuesto decente para una
producción de esta índole y cuenta con la enorme ventaja de que cada uno de los
episodios fueron escritos en su totalidad por el mismo Neil Gaiman, lo que
conlleva a una conservación de la obra más fiel y con uno que otro cambio que
ha sido decidido por uno de los autores.
Comencemos esto
explorando el primer punto positivo, el cual se encuentra reflejado en la
dirección y fotografía de la serie. Desde los primeros instantes que comenzamos
a adentrarnos en este mundo satírico y lleno de presagios dudosos para la misma
humanidad, podemos percatarnos como las habilidades del director Douglas
McKinnon son aptas para hacer que el mundo se divida en múltiples secciones y
facciones a partir de elementos sumamente comunes. Cosas como las bases del
inframundo con escenarios subterráneos y oscuros que nos recuerdan a viejas
bases de milicia o de control de metro subterráneo, pasando a pulcras y bien
pulidas oficinas para representar el cielo y pequeños pueblos y grandes
metrópolis como Londres son el campo de los mortales.
Cada lugar tiene una
sensación diferente. Esto acompañado de la dirección de fotografía la cual
resulta estupenda y le da una personalidad propia al producto que nos muestran,
causan que uno pueda distinguir fácilmente el tinte de la producción y que no
se pierda con un estilo demasiado común en otras series de la misma BBC. Las
tomas cerradas son cuidadas y no se tornan claustrofóbicas mientras que los
planos largos en exteriores se vuelven un panorama definido para no perdernos
detalle alguno.
La banda sonora es otro
elemento que le da un estilo personal al mundillo que nos entrega Gaiman, con
melodías que nos hacen sentir dentro de un mundo de fantasía oscura que remonta
un poco a la película Cuernos de 2015, hasta el encantador tema inicial de cada
capítulo donde los violines nos dan la bienvenida a un mundo donde buenos y
malos por igual muestran sus verdaderos colores, unos más grises que definidos
por completo. La selección musical que conforma el Soundtrack que nos llevan
desde Queen con Bohemian Rhapsody hasta Tori Amos con A Nightingale Sang In
Berkeley Square que logran una sintonía bien lograda con los momentos donde
aparecen o la misma personalidad de los personajes que las escuchan.
Ahora, Good Omens no es
perfecta y posiblemente lo que más le afecta es el guion. Si bien, hay un dicho
dentro del medio que dice “Algunas cosas que funcionan bien en papel y tinta no
siempre suelen lucir bien en acción viva”. Esto ocurre con la miniserie.
Mientras que las tramas enredadas que terminan llevando a una resolución
satisfactoria enganchan al lector en su versión impresa, en un producto
audiovisual la historia debe ser adecuada a los espectadores, pues necesitan
hacer todo más rápido y de modo que sea comprensible completamente para los
espectadores. Good Omens arranca de una manera llamativa, diferente y realmente
interesante, pero algunos capítulos donde se necesita un desarrollo más amplio
y detallado tienden a sentirse lentos y aunque por momentos es nivelado por el
humor, sigue sintiéndose como un tope al ritmo general. Desde exposición de
personajes que comienzan a subir hasta la mitad de la miniserie, hasta pequeñas
vueltas de tuerca a las cuales se les necesita dar mayor atención para que
puedan resultar validas, hacen que 2 capítulos sean un poco inconsistentes a
diferencia del resto.
Aunque el guion y su
exposición tienen por momentos pequeños tropiezos para un ritmo fluido, la
serie goza de más aciertos que defectos. El humor es posiblemente uno de sus
mejores exponentes, aunque lamentablemente nos encontramos con humor británico,
uno que juega mucho con lo planeado y lo irónico. Este no resulta tan atractivo
para todo el público como sería una burda comedia de situación americana, pero
para la clase de historia que estamos abordando resulta perfecto, puesto que la
novela de por si es una historia de tinte irónico. Ingeniosa, es la manera
como puedo referirme al humor de la serie. Si bien, la satanisación de un tema
como lo es el fin del mundo es casi un cliche contemporaneo, la ironía de cómo se mueven las fuerzas del cielo
y el infierno y las narraciones de nuestra voz en off que nos llevan a
ocurrencias que es difícil de prevenir. El humor de esta producción se siente
bien escrito en sus diálogos, traducido a lo visual en las secuencias que vemos
en pantalla y en general que tienden a ocurrir sin la necesidad de que sea un
chiste de pastelazo común o que un grupo de risas pre grabadas nos avisen en
que momentos debemos reír. Aquí todo ocurre por orden natural, si necesitan una
referencia mayor al tipo de humor sin duda puedo poner como ejemplos la
película La guía del viajero Intergaláctico, la serie Pushing Daisies o la
igual británica Tan muertos como yo.
Pasando a un apartado más
técnico debo decir que los efectos visuales tienen un nivel intermedio dentro
de los estándares de las series de televisión de BBC. En algunas ocasiones los
efectos son llamativos, discretos o simplemente se adaptan perfectamente a lo
que estamos viendo, como por ejemplo algunos demonios que en su diseño llevan
pequeñas partes animales vivientes que constantemente vemos, pero en algunas
otras ocasiones la calidad tiende a decaer un poco, son contadas las ocasiones,
pero aun así esas pocas ocasiones llegan a sentirse un tanto falsas, cosas como
una secuencia que involucra una bomba aérea o transmutaciones de cosas en
pantalla. Pero, no es nada que nos destruya la experiencia, solo se puntualiza
que llegan a ser muy notorios los bajones en efectos.
Ya para finalizar quiero
hacer mención a lo que considero es el mejor elemento de la serie y que
prácticamente brinda vida a todo este mundo de ironías. El elenco principal
resalta bastante por sus actuaciones bien logradas y que simpatizan fácilmente
con la audiencia. David Tennat y Michael Sheen se adueñan completamente de sus
personajes y los vuelven simplemente únicos. Desde el demonio Crowley con una
personalidad sarcástica y un tanto excéntrica hasta el ángel Aziraphale que resulta un poco más reservado
y elegante. Cada uno es muy diferente entre si y es exactamente esa
versatilidad de los actores lo que hace creíble la amistad de estos dos
enemigos de nacimiento que simplemente no tienen interés en el conflicto del
fin de los tiempos.
Es difícil ver a David Tennat o ha Michael Sheen mientras avanzamos en la
serie, cada vez el nombre de los actores se va desvaneciendo y van
transformándose completamente en este par singular. Así como Tennat seria visto
constantemente como el décimo doctor de la serie Doctor Who, en Good Omens no
podemos verlo de otra forma que no sea Crowley, lo mismo ocurre con Sheen y su
Aziraphale. Esto demuestra una buena elección del casting para sus
protagonistas y la buena química que estos poseen. El resto del elenco entrega
actuaciones buenas, ninguna se siente de baja calidad o sobre actuada
Al final del día Good
Omens es una miniserie que sabe que cartas decide jugar y en lugar de complacer
a varios tipos de público, prefiere contar su propia historia con sus propias
reglas y una esencia que la hace resaltar de entre muchos otros productos. Está
llena de elementos que pueden atraer fácilmente a una horda de espectadores,
pero a su vez es un producto que no es para todo público. Su humor muy
específico y un tono muy diferente, hacen que la serie pueda generar el interés
de un buen número de personas. La obra es un buen homenaje para sus escritores
y un referente para ejemplar una buena adaptación de libro a la pantalla
chica. Ahora es tiempo de partir mis
queridos visitantes de la noche, nos veremos pronto nuevamente para que el
viejo Dullahan les reseñe una novela que más gente debería conocer. Nos vemos,
hasta un próximo encuentro.
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